Disertaciones literarias


A-  Definición y objetivos de la disertación.

I-¿Qué es una disertación?

            Es el acto de disertar o sea, de razonar acerca de un tema determinado. Es el análisis y discusión de una idea, de un juicio crítico. Toda disertación es una demostración en la que se trata de probar algo, de sostener una tesis.
            La disertación es un ejercicio fundamental en los estudios de Letras y Ciencias Humanas. Es un método idóneo para la formación intelectual.

II-¿Cuál es la finalidad de la disertación?

            El disertador debe demostrar y probar:
-        Sus conocimientos, su propia reflexión acerca de la materia estudiada (sin alarde).
-        Su habilidad literaria (corrección de la expresión, precisión de los conceptos, riqueza del vocabulario, etc).
-        El rigor del pensamiento, las aptitudes de argumentación, de lógica, de razonamiento,  y de espíritu crítico.
-        El dominio de la técnica de la disertación que sólo se adquiere mediante el conocimiento perfecto de las normas teóricas y mediante la realización de varios ejercicios prácticos (teoría y práctica).
En conclusión la disertación es un íntimo y profundo conocimiento de la obra estudiada y una técnica perfectamente dominada. Este ejercicio espiritual requiere un atento esfuerzo intelectual. Supone un acto metódico de reflexión.

B-  ¿Cómo se hace una disertación?

1-Primera fase: Comprensión del tema.

Éste último suele presentarse bajo forma de una cita que es un juicio crítico acerca de la obra estudiada. Además de la cita, el tema comprende de las indicaciones u orientaciones del profesor (“Discutir o ejemplificando…” “comentar”…, etc). Estas indicaciones recuerdan, la necesidad de criticar, de poner en tela de juicio la opinión del crítico.

Esta fase previa es la base de la disertación, por lo que hay que examinar con toda atención, el enunciado del tema y comprender a fondo todos los términos y conceptos.

2-Segunda fase: Reunión de materiales.

Supone la indagación de ideas acerca del tema propuesto. Es preciso:
-        Explorar todos los aspectos posibles del tema mediante el planteamiento de diversas preguntas, acudiendo para ello a los propios conocimientos (fichas de lectura de la obra y estudios críticos).
-        Apuntar paralelamente las ideas en el borrador, sin construir frases (en estilo telegráfico, ir apuntando las idead a medida que surgen sin preocuparse de la expresión formal).

3-Tercera fase: Establecimiento de un plan.

Es la clasificación de las ideas antes expuestas según su orden lógico. Equivale a la estructuración u ordenación de dichas ideas, con arreglo a un plan lógico.
En toda disertación (o composición), hay tres partes esenciales: introducción, desarrollo y conclusión.
a)     Introducción:
Debe: -introducir el tema presentándolo en sus líneas generales.
          -explicarlo
          -anunciar el plan que se va a seguir en el desarrollo.
El tema se convierte en un problema, en una cuestión problemática. La introducción debe ser breve: ir directamente al grano y evitar dar la solución al problema por anticipado.
b)     Desarrollo:
Es el “desarrollo” de las ideas presentadas previamente en la introducción. Es el núcleo de la disertación. Conviene organizar las ideas siguiendo un encadenamiento lógico, un hilo conductor: tesis, antítesis y síntesis.
*La tesis desarrolla el pro de un aspecto esencial del tema. Se ratifica pues la opinión expresada en la cita.
*La antítesis es la contra; refuta el planteamiento inicial de la tesis pero sin contradecirlo total y absolutamente. Se trata de matizar el punto de vista anterior.
*La síntesis: Esta etapa no consiste en unir o yuxtaponer la tesis y antítesis, sino en llegar a sobrepasar, a superar las contradicciones u oposiciones de las dos etapas anteriores, haciendo un balance del pro y del contra.
            Se procura, en general, facilitarles un tema basado en una opinión susceptible de ser debatida dialécticamente.
            Toda demostración o idea debe justificarse aduciendo argumento y ejemplos concretos sacados de la obra estudiada.

4-Conclusión:

Es la parte opuesta y complementaria de la introducción (no su repetición) consiste en:
-resumir en breves líneas el contenido del desarrollo; lo que equivale a recoger las síntesis de las ideas expresadas anteriormente.
-definir un punto de vista personal y global relativo al tema. Para evitar las conclusiones “cerradas” se aconseja, como punto final de la disertación, ensanchar el debate planteando un problema nuevo derivado de uno de los aspectos del tema.

5- Quinta fase: Redacción del borrador.

            Redactar tan sólo la introducción y la conclusión. En cuanto al desarrollo sólo se necesita estructurar las ideas, organizarlas y enlazarlas conforme a un encadenamiento lógico.

6- Sexta fase: Redacción definitiva.

            Cuidar la presentación, que debe ser limpia y clara. Una buena presentación permite visualizar las grandes articulaciones que conforman el ejercicio escrito (introducción, desarrollo, conclusión) valiéndose de signos como las comillas (para separarlos) del mismo modo se destacarán las distintas partes del desarrollo dejando un espacio blanco entre cada una de ellas.
            El párrafo, unidad expresiva, es el microcosmo de la disertación. Es imprescindible cuidar la forma expositiva (además de la corrección de la lengua): las mayúsculas, la puntuación, subrayar los títulos de las obras, etc.





DISERTACIÓN I



         Un crítico literario afirma acerca de la obra Los Heraldos Negros de César Vallejo “Se aprecia en Los Heraldos Negros una de las mayores y más penetrantes virtudes de Vallejo: su esfuerzo como creador verbal, su capacidad para inventar un lenguaje propio cada vez más alejado de la retórica clásica de su tiempo. Un estilo raro, distinto, hecho de ritmos bruscos, sorpresas, voces  peruanas, formas caóticas cuya inconexión refleja la búsqueda de otro idioma”. Comparte Ud. esta opinión?  Argumente Ud. ilustrando su trabajo mediante ejemplos.


          Disertación resuelta:

            Los Heraldos Negros, es el libro primogénito de César Vallejo que apareció en Lima hacia 1918. Es una obra en la que ya se distinguen con absoluta nitidez, los rasgos de una perspectiva creadora que se dará en sus libros posteriores. En este camino creador, Vallejo tratará de despojarse de la herencia modernista para forjar una expresión más interior, un verbo entrañablemente suyo. A este propósito afirma un crítico literario: “Se aprecia en los Heraldos Negros una de las mayores y más penetrantes virtudes de Vallejo: su esfuerzo como creador verbal, su capacidad para inventar un lenguaje propio cada vez más alejado de la retórica clásica de su tiempo. Un estilo raro, distinto, hecho de ritmos bruscos, sorpresas, voces peruanas, formas caóticas, cuya inconexión refleja la búsqueda de otro idioma. A medida que utiliza cuantos medios ofrece esta herencia del Modernismo, Vallejo lo irá moldeando para fines especiales hasta aparecer como un creador verbal, como un poeta cuyo lenguaje denota la búsqueda de la propia expresión, utilizando para ello un estilo singular. Ahora bien, cabrá preguntarnos: ¿si es acertado este juicio en tanto que afirmación de un proceso de liberación del poeta de la influencia modernista, proceso que nos deparará la auténtica personalidad Vallejana?

            Desde su aparición como poeta, Vallejo se manifiesta como poseedor de una expresión singular, a la cual no se sabría calificar de antigua o moderna ya que tanto se relaciona con la tradición clásica, y tanto también nos ofrece el retrato de una personalidad original. Una gran cantidad de rasgos relevantes nos indican el esfuerzo de Vallejo como creador verbal. Me refiero a su constante acento de diálogo. La intimidad e informalidad que tanto cautivan en los versos de Vallejo provienen precisamente del dialogo. El uso de un “tú” familiar nos aproxima, como si el diálogo tuviese lugar en nuestra misma presencia, o como si estuviésemos escuchando un testimonio. Este procedimiento aparece sobre todo, en los casos relacionados con Dios y con el amor. El hecho de dialogar con la divinidad era corriente para Vallejo:

“ Y tú, cual llorarás… tú, enamorado de tanto enorme seno girador… yo te consagro como Dios, porque amas tanto; porque jamás sonríes; porque siempre debe dolerte mucho el corazón (Dios)”

            Estos diálogos no solo muestran el impacto que logra la sinceridad del poeta, sino que, destacan al mismo tiempo su personalidad creativa:
“Aquella noche de septiembre, fuiste tan buena para mí… ¡hasta dolerme! Yo no sé lo demás; y para eso no debiste ser buena, no debiste” (septiembre)
            Desde el punto de vista del lenguaje poético lo que más interesa señalar en los Heraldos Negros es la aparición de la expresividad cotidiana, no sólo mediante el empleo de fórmulas sacadas del lenguaje diario, sino sobre todo, por asimilación del ritmo del habla coloquial. Es esta, creo yo, una de las notas más características del autor y que se manifiesta ya en el poema inicial de su primer libro:

“Hay golpes en la vida tan fuertes…yo no sé”
            Además en los Heraldos Negros, se desdibujan ya los temas principales de la obra de Vallejo, que aparece desde el comienzo como un poeta de la condición humana.
“Y el hombre… pobre…pobre! Vuelven los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada, vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como un charco de culpa, en la mirada” (Los Heraldos Negros).
            En esta composición se adelanta ya una gran parte de lo que será la inconfundible personalidad del poeta: El “yo no sé” que cierra el primer y último verso del poema inicial repercute por todo el libro.
            Lo importante en Los Heraldos Negros reside en los elementos enteramente nuevos y que contienen ya toda esa sustancia que aparecerá en la obra futura de Vallejo. Lo que quizá se nota primero es la desaparición del decorado exótico de los modernistas, sustituido por un paisaje más próximo. La atención a lo cercano lleva necesariamente al poeta a un lenguaje, a un vocabulario mucho más espontáneo. El poema III de la cuarta parte titulado Nostalgias imperiales es un vivo ejemplo:

“Como viejos curacas van los bueyes camino de Trujillo, meditando… y al hierro de la tarde, fingen reyes que por muertos dominios van llorando” (III).

            La primera actitud Vallejana frente al lenguaje se amplía más en su forma de tratar los versos, como si para él la estrofa regular y el verso libre funcionaran en el mismo plano:
“Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido. Se empozará en el alma… ¡yo no sé!”
            Se acata una ley estética que al mismo tiempo no se respeta. El autor en la forma está manifestando su deseo de libertad, está iniciando otro tipo de cultura que lo va alejando del Modernismo. El poeta trata, poco a poco, de librarse del yugo de las técnicas para expresar tan sólo su sentir más inmediato.
            En ese lenguaje distinto, rico en cuanto a expresión, la poesía de Vallejo adquiere un intenso color local. Así, por ejemplo, los versos de la sección Nostalgias imperiales, se hallan matizados de voces peruanas:
“Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí” (Idilio Muerto)
            El encuentro con el ambiente narrativo significa en Vallejo, una liberación del lenguaje ya que notamos la nota insuficiente de la retórica heredada de Herrera y Reissis.
            Aunque Vallejo no se limite a imitar a Herrera y a Reissig, como es el caso en la sección Nostalgias imperiales, y esencialmente en Huaco donde la reivindicación antihispana no es tan importante como el hecho de que el poeta se siente abandonado, aún se percibe en Vallejo la impronta de Herrera y Reissig, sobre todo en los poemas de temática autóctona. En dichos poemas Vallejo evoca paisajes y escenas de la Sierra mediante su propia sensación pero que solo adquieren valor artístico a través de metáforas propias del poeta uruguayo, quien también tradujo esa función de lobillio. Y lo indígena:
“Luce el Apóstol en su torno, luego; y es, entre inciensos; cirios y cantares, el moderno dios sol para el labriego” (Terceto Autóctono)
            Por otra parte, la parte de la obra de Vallejo que denuncia alguna influencia técnica ajena, es aquella que se expresa a través del soneto. Por ejemplo, en la sección Truenos, “unidad” tienen en lo meramente técnico, algo de procedimiento de los sonetos herrenianos.
            Es verdad que el poeta peruano tardó en librarse de los modelos que lo inspiraron; esto se debe a que el autor, sin romper abruptamente con el Modernismo, se va emancipando de modo lento, progresivo pero seguro, alcanzando por lo tanto, una expresión personal que le va alejando de cualquier movimiento literario que hubiera podido darse en aquellos años.
           
            En suma, entre esa primera etapa creadora, entre lo tradicional y lo ya personal, se advierte en la lectura de Los Heraldos Negros una búsqueda progresiva del propio “yo”; se puede notar esta característica en la forma misma de los versos, los cuales obedecen algunos a las viejas estructuras métricas mientras que otros se desentienden de ellas. Nota peculiar es también esa naturaleza de la expresividad en la lengua hablada que tiene gran impacto en la personalidad progresiva del poeta. La expresión nativa marca un cambio de rumbo en la inspiración de Vallejo, quien ya no se satisface de la ideología modernista. Esto nos lleva a decir que el juicio emitido anteriormente es plenamente acertado, en tanto que Los Heraldos Negros suponen una gran importancia en la trayectoria poética de Vallejo, trayectoria que encierra ya los gérmenes de su obra futura.



                                                        DISERTACION II     



         Según un estudioso, en la obra de Calderón de la Barca, El Príncipe Constante, las acciones secundarias están subordinadas a la trama central. A este propósito afirma que “La combinación de la acción principal con la intriga segunda de los amores de Fénix que se descomponen de una forma bastante rara porque hay tres personajes afectados: Muley, Tarudante y, como potencialmente, Fernando”. ¿Está Ud, de acuerdo con esta afirmación? Ejemplificar.

                                                                                           
Disertación resuelta:

            Calderón, típico autor escritor del siglo XVII, se halla dentro de las características de la literatura y arte barroco. Lo que distingue a Calderón es un mayor cuidado constructivo, una  más estudiada elaboración arquitectónica. La primera ley del estilo de Calderón consiste en la concentración de la acción en torno al tema. En el Príncipe constante, por ejemplo, se verifica la presencia de acciones secundarias supeditadas a un eje central. Se afirma a propósito de esta obra que “La combinación de la acción principal con la intriga segunda de los amores de Fénix que se descomponen de una forma bastante rara porque hay personajes afectados: Muley, Tarudante y como potencialmente, don Fernando.” La vida amorosa de Fénix es compleja; tres hombres la cortejan: Muley, Tarudante y posiblemente don Fernando. La relación sentimental que une cada uno de éstos a Fénix queda vinculada al desarrollo de la acción principal. Ahora bien cabría preguntarse hasta qué punto la aseveración formulada por el crítico es certera.

            La vida sentimental de Fénix, la principal protagonista femenina (y casi la única por así decirlo ya que las demás figuras femeninas sólo cumplen una función de relleno) es bastante compleja. Sus amores se reparten en la obra entre tres personajes. La intriga amorosa oficial la constituye la pareja Fénix-Muley. Los dos viven un amor correspondido fácil de comprobar. En la quinta escena del primer acto, Muley vuelve de su expedición bélica, saluda a Fénix y en un aparte aprovecha para hablarle de su amor: “Y fue a serviros, y viene”/ tan amante como fue.” En la sexta escena del mismo acto Fénix afirma:
“Muley, aunque mi deseo/licencia de amarte dio”.
 Se trata pues de un amor compartido. Sin embargo, no se sabe muy bien el por qué del mantenimiento en secreto de tales relaciones sentimentales. Siendo Muley el sobrino del rey y además el general de su ejército no hay nada que, apartemente, se oponga a su casamiento con la bella princesa.
            La petición de mano hecho por Tarudante, rey de Marruecos, es aceptada pasivamente por parte de Fénix. Esto dará lugar a la formación de una nueva pareja constituida por Fénix-Tarudante.
            En ningún momento de la obra vemos a Muleyo o a Fénix luchar abiertamente por su amor. Su actitud de rechazo sólo se transparenta en unas meras lamentaciones, o en una escena de celos por parte de Muley.
            La alusión a un posible entendimiento amoroso entre Fénix y Fernando queda muy ambigua. Calderón no nos ofrece en la obra datos concretos que confirmen con seguridad la existencia de tales relaciones. Sin embargo, hay pasajes a través de los cuales el lector puede sentir esta misteriosa relación. En la escena del jardín, escena catorce, acto segundo, don Fernando ofrece unas flores a Fénix:
“¿Qué flor, di, no es maravilla/ Cuando te la sirvo.” La entrega de este ramo podría ser considerada como una ofrenda amorosa. La dimensión sentimental es una posibilidad que no podemos eliminar del todo.
            Cada una de estas relaciones sentimentales va combinada con la acción principal. Si tomamos a la pareja formada por Fénix y Muley comprobaremos que su historia de amor está vinculada a la historia principal protagonizada por el infante don Fernando. Después del enfrentamiento de Muley y su ejército contra las tropas portuguesas, escena undécima, acto primero, el general moro es capturado por don Fernando, mas al contarle Muley su pena amorosa, el príncipe portugués le permite marcharse. La libertad del cautivo enamorado es, en esta ocasión, el tema elegido por Calderón para destacar los valores morales de don Fernando. A través de su diálogo con Muley, comprobamos que el lusitano príncipe se caracteriza por su aspecto humano:

“Vuélvete, y dile a tu dama
que por su esclavo te ofrece
un portugués caballero;
y si obligada pretende
pagarme el precio por ti,
yo te doy lo que me debes:
cobra la deuda en amor
y logra tus intereses”

            El hecho de destacar este rasgo humano en personalidad de don Fernando dará lugar a una mejor identificación después. Don Fernando no declina su identidad a Muley, se limita a considerarse “un hombre noble, y no más”; al resaltar su condición de hombre, don Fernando se caracteriza por su voluntad de llegar al límite de sí mismo. Este se destaca también por su ideal de generosidad: “Generosa acción es dar / y más la vida.” (Escena undécima, acto primero). Esta sentencia se proyecta en un futuro: don Fernando llegará a dar su propia vida. Al perdonar Fernando a Muley, se establece entre los dos unos lazos de perdurable amistad. Lo que dice Muley en una parte es bien significativo:
“Espero que he de pagarte / algún día tantos bienes” (escena undécima, acto primero).
            Y efectivamente Muley tendrá ocasión de probar su gratitud a Fernando. Gracias a esta amistad, Muley podrá, al final de la obra, recobrar la esperanza y realizar al fin sus sueños casándose con Fénix: el poder sobrenatural de Fernando permitirá restablecer una unión que estaba predestinada a morir. Dice don Alfonso en la escena final del acto tercero:

“…, y te pido
que aquí con Muley la cases,
por la amistad que yo sé
que tuvo con el infante.”

            Así pues, el devenir de la intriga amorosa de Fénix y Muley queda supeditada a la acción principal.
            La historia de Fénix y Tarudante también estará combinada a la acción principal. Tarudante representa una constante amenaza para los amores de Fénix y Muley; este hecho dará lugar, como ya se ha dicho anteriormente, a la intervención indirecta de Fernando que tendrá por fin la “eliminación” del antagonista de Muley. Por otro, la petición de mano de Tarudante le dará a éste poder para llevarse consigo a su esposa a Marruecos. Este viaje, escena X, acto tercero, es el pretexto que toma Calderón para que se lleve a cabo la captura de Fénix, hecho que permitirá realizar su canje por el cadáver del príncipe portugués. La combinación de esta acción con la principal es pues inminente. Se unifica la intriga con el destino del protagonista Fernando.
            Si pretendemos ver la presencia de un hecho amorosa entre Fénix y Fernando, esta relación sólo tendrá como fin apoyar el estudio del temple y virtud del protagonista. Por su amistad a Muley, don Fernando dice en la cuarta escena del segundo acto:

“Si Fénix su pena es,
no he de competirla yo”

            Al resistir la tentación amorosa inspirada por la belleza de Fénix, el personaje de don Fernando se recorta con más fuerza dentro del cauce de la obra: se aumente su santidad, estado último del príncipe portugués.
            La intriga segunda de los amores de Fénix no es, sin embargo, más que un subterfugio para estudiar con más profundidad el personaje de Fénix y así, poder compararlo al del personaje principal, don Fernando.
            Fénix es, aparentemente una mujer que lo posee todo: riqueza, hermosura, etc. Su amor por Muley es compartido y, sin embargo, siempre se la ve melancólica. Fénix es pedida en matrimonio por Tarudante, este hecho no causa en ella ningún pesar profundo:

                           “Pues ¿qué culpa habré tenido
                             de que mi padre lo trate?” (Escena quinta, acto primero)
            La expresión pública de los celos de Muley permiten destacar el tema de la inconstancia de las mujeres, tema que se contrapone directamente con el tema principal de la obra: la inconstancia de Fénix es el contraste dramático de la figura constante de Fernando. Al proponer don Alfonso el canje de Tarudante, Muley y Fénix por don Fernando, e rey de Fez vacila un instante. Fénix reprocha duramente la postura de su padre. Fénix se comporta egoístamente, no piensa ni en su prometido Tarudante ni en su antiguo amante Muley:

             “¿Qué es esto, señor? Pues viento
    mi persona en este trance, 
mi vida en este peligro,
    mi honor en este combate,
                                           ¡dudas qué has de responder! (escena XIII, acto III)

            Este egoísmo personal permite destacar con más fuerza la generosidad de don Fernando que no duda en renunciar a su propia vida. En la escena VII del acto III, enfermo y tullido, Fernando pide a Fénix que se apiade de él. Ésta, horrorizada pretende alejarse de él. La réplica del príncipe se hace esperar:

“Señora, es bien que sepáis
aunque tan bella es juzgáis
que más que yo no valéis,
y yo quizá valgo más”

            De nuevo se resaltan grandes diferencias entre Fénix y don Fernando. Calderón otorga a ésta los rasgos simbólicos de la belleza vana y pasajera mientras deja prever el triunfo de la hermosura espiritual del cristianismo: aún muerto, don Fernando será capaz de concederle la libertad a Fénix.
            La intriga segunda de los amores de Fénix está combinada a la acción principal, si bien el vínculo más estrecho lo constituye Fénix, personaje que podríamos calificar como la viva antítesis de don Fernando, la senda comparación entre ambos permitirá ensalzar los valores positivos del cristianismo.
            Los amores de Fénix dan lugar a tres historias de amor, cada una de las cuales tendrá por función realzar, directa o directamente el carácter virtuoso de don Fernando. Tal técnica teatral, es decir, la subordinación de los elementos dramáticos a un motivo central, se ajusta a los principios barrocos. La aseveración propuesta por el crítico acerca de la combinación de la acción principal con la intriga segunda de los amores de Fénix nos parece pues acertada; ahora bien, teniendo en cuenta que las obras de Calderón los protagonistas se destacan a costa de los demás personajes, el personaje de Fénix cumplirá perfectamente con su función; en este caso la historia de sus amores tendrá por misión reflejar sus “defectos” para contraponerlos de este modo a las cualidades de don Fernando. Al contrario, de Lope de Vega, comprobamos que Calderón se caracteriza por la perfecta arquitectura dramática de sus obras. Calderón no improvisa, podemos afirmar, sin riesgo alguno, que la elaboración de su obra dramática se halla presidida por la meditación y el estudio.




DISERTACIÓN III

       

       Un estudioso de la obra vallejiana afirma lo siguiente acerca del primer poemario del autor: “A pesar de los elementos modernistas de muchos poemas de su primer poemario Los Heraldos Negros, César Vallejo revela desde el principio el anhelo de expresar de una manera original su propia visión del mundo, evitando de imitar la tradición poética imperante y empleando todo elemento que traduzca fielmente sus sentimientos más íntimos”. ¿Qué opina Ud. de esta aseveración?


Disertación resuelta

            El Modernismo no fue, según Max Henríquez Ureña, una escuela, sino un movimiento que tendió a la renovación de la forma literaria y el libre desarrollo de la personalidad del escritor sin ponerle normas.
            Cada poeta de la época modernista era una ilustración de otro pensamiento y de otra expresión teórica dentro del complejo del modernismo. Así, por ejemplo, Amado Nervo (1870-1919) consideraba la poesía como un absoluto fuera del tiempo y del espacio (rechazaba para ella toda localización y toda actualización). Para Leopoldo Lugones (1874-1938) la misión del poeta es hacer un buen verso que enriquezca el idioma y lo renueve con imágenes nuevas y hermosas. César Vallejo (1892-1938) sin seguir ciegamente esta línea de pensamiento estético que va desde Darío y que llega a nuestros días, supo asimilar dentro de ésta, las influencias modernistas para expresar su propia visión del mundo. A propósito de esto, dice un crítico: “A pesar de los elementos modernistas de muchos poemas de su primer poemario Los Heraldos Negro, Cesar Vallejo revela desde el principio el anhelo de expresar de una manera original su propia visión del mundo, evitando de imitar la tradición poética imperante y empleando todo elemento que traduzca fielmente sus sentimientos más íntimos” ¿Es acertado este juicio?

            En la primera parte de Los Heraldos Negros, titulada Plafones ágiles, César Vallejo utiliza ciertos rasgos que con frecuencia suelen darse en las producciones modernistas.
            Efectivamente, en el Modernismo se da una riquísima exhibición de primores, pues se habla de piedras preciosas y de gemas, se elogia el oro, se describen esculturas. Los personajes que tocan los modernistas viven por lo común, rodeados de lujo aspirando delicados perfumes y visten trajes elegantes.
            Así, por ejemplo, en Deshojación sagrada, poema típicamente modernista que nos habla de la emoción que siente el poeta ante la presencia de la luna en el cosmos, César Vallejo sugiere globalmente varias cosas tales como: valores colorísticos (roja corona, sombras gualdas, vino azul); valores de preciosidad (la corona en sí es ya un objeto precioso, las esmeraldas); el poeta trata de dar una forma material de la tristeza dulce de Cristo transformando de este modo la estatua en algo inmaterial. Todo esto demuestra perfectamente las ambiciones de la estética modernista que existía en el primer Vallejo:

“!Luna! Corona de una testa inmensa,
que te vas deshojando en sombras gualdas!
Roja corona de un Jesús que piensa
trágicamente dulce de esmeraldas!

            Bien sabido es que la más profunda característica que se ha atribuido al Modernismo americano es la evasión: el poeta se evade de un mundo que para él no contiene belleza y busca asilo en un mundo que encierra un marcado saber exotista. Del mismo modo, Cesar Vallejo huye en algunos de sus temas a épocas que contienen más significado poético y encanto artístico para él: a los fabulosos reinos de la pompa oriental, a Asia, a Palestina. Vallejo también sueña con joyas y música y eternas obras de arte.
            El soneto Nochebuena da un ejemplo típico de la modalidad modernista; en él, el poeta añora la vuelta de la amada sufriendo un ambiente de final de fiesta que es típico del Modernismo.

“Al callar la orquesta, pasean veladas
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.”

            En Nervazón de Angustia, se observa igualmente la temática modernista a través de un tema cultural occidental que en este caso parece ser bíblico, a través del exotismo que exige una ambientación lejana; en este caso se trata de Palestina.
“Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla; desclava mi tensión nerviosa y mi dolor... Desclava, amada eterno, mi largo afán y los dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor!”
            Sin embargo, en este mismo poema ya empieza a desdibujarse el poeta que trata de romper con ese universo creado por la imaginación.
“Son las ocho de la mañana de un crema brujo… hay frío… Un perro pasa royendo el hueso de otro perro que fue… Y empieza a llorar en mis nervios un fósforo que en cápsulas de silencio apagué!”
            La presencia realista dentro de un poema idealista (presencia de este frío y de este animal que no tiene nada de poético) denota que Vallejo está aquí en un choque de una cultura y de las experiencias de un ser fundamental.
            A pesar de los elementos ya citados, César Vallejo intenta de una manera original, expresar su propia visión del mundo. En su poema liminar Los Heraldos Negros, poema netamente modernista en muchos aspectos, se acata una ley estética y al mismo tiempo no se respeta: el autor en la forma está manifestando su deseo de libertad que le aleja del Modernismo:

“Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
la resaca de todo lo sufrido
se empezara en el alma… Yo no sé!”

            Es una estrofa que presenta cierta libertad. Hay una falta de regularidad en la métrica: tenemos dos versos alejandrinos y dos endecasílabos. La expresión casi popular denota la presencia del Vallejo más auténtico que es el poeta del sentimiento y del vacío existencial. Vallejo no vacila en utilizar todo elemento que traduzca fielmente sus sentimientos más íntimos sin que por ello tenga que recurrir a la estética modernista. En el verso siguiente: “en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”, la palabra “fiero” tiene un matiz culto que no está en la palabra “lomo”; estamos aquí en presencia del doble Vallejo: se observa la necesidad rítmica impuesta por la poesía, y el Vallejo que no se retrotrae ante una palabra tan vulgar como “lomo”.
            A lo largo de la poesía de Vallejo se deja sentir la presencia de un hablante que expresa su sentido trágico de la vida. En Septiembre, cuarto poema de la tercera parte de Los Heraldos Negros titulada De la tierra, la poesía versa sobre anécdotas e impresiones de la vida íntima y personal expresadas por el mismo Vallejo. La nota modernista es menos acentuada en esta poesía primeriza en que todo parece pura anécdota sin mayor trascendencia y donde, sin embargo, se asoma, tanto en lo sintáctico como en lo semántico, esa insatisfacción vital del destino que tanto caracteriza la personalidad Vallejana.

“Aquella noche de septiembre, fuiste
tan buena para mí… hasta dolerme!
yo no sé lo demás; y para eso,
no debiste ser buena, no debiste

Aquella noche sollozante al verme
hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no sé lo demás… y para eso
Yo no sé por qué fui triste… tan triste…

            En Nostalgias Imperiales, cuarta parte de Los Heraldos Negros, los elementos autóctonos hacen su entrada en la poesía de Vallejo. El indigenismo es, para los poetas que siguen la corriente modernista, nostalgia de un estado pretérito, de un ayer abolido, y por eso mismo resplandeciente con el prestigio de los paraísos perdidos. El indigenismo de Vallejo es indiscutible. Sin embargo, esto le separa de la corriente modernista ya que el poeta tiene una manera original de expresar su propia visión del mundo.
            Así, Huaco es un poema que está enmarcado entre dos mundos: el mundo modernista y el mundo ambicioso de la vida de Vallejo que está más cerca de las preocupaciones. Vallejo ya no es el bohemio parisino, ya no es el poeta modernista que se concibe así mismo como maldito que desea vivir únicamente en un mundo sensorialista. El canto en Huaco cobra un tono netamente americano. El poeta asume, no solo la condición del indígena humillado, sino una especie de dolor universal.

“Yo soy el coraquenque ciego
que mira por la lente de una llaga,
y que atado está al Globo,
como a un huaco estupendo que girará”
           
            A guisa de conclusión para estas apuntaciones, debe decirse, aunque parezca mera repetición, que en la mayoría de los poemas de Los Heraldos Negros, se observa un cambio de rumbo en la inspiración de Vallejo que ya no se encuentra a gusto en el mundo modernista. Si en varios de sus poemas se conserva aún algo de la tradición modernista, esto es debido al hecho de que un poeta necesita tiempo para librarse de los modelos que dejaron en él una huella. El tema del dolor hondo, y que demuestra la personalidad del poeta, es el elemento más fundamental ya que remite al dolor existencial de Vallejo.
            La poesía que producen los modernistas es una poesía sin raíces autóctonas, basadas no en la experiencia del mundo suyo, sino en literatura y tradiciones completamente ajenas a su propia realidad; Vallejo por el contrario tiene su propia visión del mundo: aunque conserve algo de la tradición modernista, se puede decir que se abre al sentimiento de solidaridad con su mundo y de fraternidad con sus hermanos de raza: Vallejo ha encontrado la realidad inca. Por lo tanto, podemos decir que el juicio anterior es bastante interesante y acertado por cierto, ya que define muy bien la personalidad del autor.




DISERTACIÓN IV


        Martínez de la Rosa piensa que el romancero español es, en realidad, la poesía nacional de España. ¿Está Ud. de acuerdo con esta aseveración?

Disertación resuelta:

        Se designan con el nombre de romances unas composiciones de carácter épico-lírico, en general breves, compuestas originariamente para ser cantadas al son de un instrumento o recitadas con acompañamientos de éste.
        Varios países europeos poseen narraciones épico-líricas semejantes a las de España como podrían ser las viser de Suecia y Dinamarca, las baladas inglesas y escocesas, etc., y, sin embargo, en su conjunto, el romancero castellano posee unos matices inconfundibles que lo diferencian de todos los demás romances. A propósito de esto, Martínez de la Rosa afirma que el romancero español es, en realidad, la poesía nacional de España. ¿Es acertado este juicio?

        Los romances viejos fueron compuestos durante el siglo XV y la primera mitad del XVI. Aunque varios pueblos europeos cultivaron por aquella época el mismo género literario, esto no significa que las canciones épico-líricas hubieran tenido un origen, más o menos análogo.
        Es una forma más o menos degenerada y ruda. El romance ha sido en todo tiempo la expresión preferida del pueblo para cantar los hechos que de modo más vivo han herido su imaginación. El sello característico que distingue al Romancero es su fuerte vinculación con la poesía heroica. Mientras los otros países europeos, con la llegada del Renacimiento dejan de lado la tradición épica  orientan sus producciones por el camino de la antigüedad clásica que le marcaban las nuevas tendencias, España conserva toda aquella vieja tradición popular y épica, dándole una nueva vida en el seno de su romancero. Por ejemplo, el romance del caballero leal zamorano  de Vellido Dolfos, que se salió de Zamora para con falsedad hacerse vasallo del rey don Sancho, deriva del “Cantar del rey don Sancho”. Este romance es de los más viejos conocidos; ya se le cita como tradicional en el siglo XV:

Sobre el muro de Zamora
vide un caballero erguido
al real de los castellanos
decía con grande grito:
-¡Guarte, guarte, rey don Sancho
no digas que no te aviso
que del cerco de Zamora
un traidor ha salido:
Vellido Dolfos se llama,
Hijo de Dolfes Vellido.
Si grn traidor fue su padre,
Mayor traidor es el hijo.


        Estos fragmentos desgajados exigían del juglar algún retoque con lo que fue extendiéndose la práctica entre aquellos de refundir con gran libertad el texto de las gestas primitivas introduciendo elementos más líricos y subjetivos. Así, los fragmentos preferidos fueron adquiriendo cada vez mayor sustantividad e independencia hasta convertirse en la nueva versión de los romances. De este modo se aseguró la perennidad de una multitud de héroes que representan la vieja epopeya nacional. Así, por ejemplo, Bernardo el Carpio representa la aportación leonesa al gran retablo de la épica nacional, y en torno a su figura legendaria se agrupan acontecimientos, por ejemplo, el romance en que Bernardo impide que el rey Alfonso ceda su reino a Carlomagno.

Con los mejores de Asturias,
sale de León Bernardo,
puestos a punto de guerra
a impedir a Francia el paso
que viene a usurpar el reino
a instancias de Alfonso el Casto,
como si no hubiera en él
quien mejor pueda heredallo.

        Existen otros romances que no se basan ni en las antiguas gestas ni en las crónica, sino en la misma realidad aunque, más o menos poetizada. Merecen destacarse los romances inspirados por la figura del rey don Pedro el Cruel.
        Igualmente se distinguen los romances fronterizos por su extraordinaria importancia y por su característica de ser fundamentalmente históricos. En su mayoría, estos romances fueron compuestos durante la última etapa de la Reconquista en las fronteras de los reinos moros, con preferencia en el de Granada. Estos romances constituían una auténtica información; así, se continuaba la tradición medieval de componer relatos poéticos para contar al pueblo los sucesos que interesaban a toda la colectividad. El tema principal de estos romances son episodios de guerra consistentes en sorpresas, en arriesgadas incursiones que se producen generalmente, en torno a un personaje heroico. Destacan entre éstos los mismos reyes de Castilla y de Granada, el Maestre de Calatrava y muchos otros. Así, por ejemplo, tenemos al romance antiguo y verdadero de Álora, la bien cercada que fue escrito a raíz del suceso que se relata: yendo en mayo de 1434, el rey Juan II de Aguilafuente a Castilnovo, le llegaron dos mensajes sucesivos anunciándole la alevosa herida en el rostro recibida por el adelantado Diego de Ribera al combatir el Castillo de Álora y noticiándole después la muerte consiguiente. Estas nuevas de la frontera circulaban por todo el país en forma de romances:

Álora la bien cercada
tú que estás en par del río
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.


        Entre los romances fronterizos se dan, también, los romances moriscos que poseen un particular interés. Estos romances encierran una gran significación nacional. Junto a los héroes cristianos, aparecen también los héroes musulmanes que son tratados con manifiestos sentimientos de consideración. Junto a las respetuosa  compasión por las desgracias del vencido, se admiran sus costumbres refinadas.
        Entre los romances que aluden a la guerra de Granada, está la elegía a la pérdida de Alhama:

Paseábase el moro
por las ciudad de Granada
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarrambla.
Cartas le fueron venidas
Cómo Álhama era ganada.
¡Ay de mi Álhama!

        En las baladas inglesas aparecen figuras de claro valor representativo con el generoso forajido Robin Hood pero, según Menéndez Pidal “no tienen por fondo el gran suceso histórico como los romances españoles”.
        El Romancero es una genuina manifestación del género literario sin equivalencia en ninguna otra literatura. el Romancero encarna altamente el sentido nacional de los pueblos modernos, por lo cual podemos decir que los romances constituyen la poesía nacional de España por excelencia.







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